¿Existe la gordofobia?
“Adelgaza, es por tu salud”; “con lo bella que eres ¿te vas a comer eso?”; “lucirías de verdad como un bombero si fueras delgado”; “voy a salir rodando de esta cuarentena”; “te ves más delgada, estás muy bien”; “estaré mejor en mi vida cuando baje unos kilos”. ¿Las escuchas o te las dices a ti mismo?
Frases como estas reflejan una de las mayores y más agresivas formas de discriminación de nuestra época: la gordofobia, también llamada gordoantagonismo, obesofobia, adipofobia o desde la Psiquiatría, pocrescofobia -fobia a ganar peso-. Este fenómeno que resulta de la connotación negativa que se le ha dado al adjetivo “gordo”, describe el rechazo social por personas con mayor tejido adiposo en su cuerpo, que otras.
Nuestra sociedad ha decidido que algunos cuerpos son más valiosos y merecedores que otros, según su determinada condición, tamaño o forma. Así, la figura delgada se ha arraigado como el modelo de belleza único y natural y, como contraparte, la gordura se asimila con fealdad; pero ambas son creencias y mitos. La discriminación no se produce por las características de una persona, sino que surge de la mirada de quien discrimina.
Pretender que todas las personas tengamos un único patrón de belleza es una aspiración arbitraria, imposible y violenta, y genera malestar y sufrimiento.
Los discursos discriminatorios que estigmatizan y ridiculizan los cuerpos gordos con el pretexto de “abogar” por su buena salud, se normalizaron y se volvieron parte de nuestro lenguaje. “Ese supuesto interés por la salud no es más que discriminación y gordofobia” dice la enfermera de la Universidad de Caldas, Ángela María Ruiz, especialista en metabolismo y experta en psiconutrición, asociada a Coomeva.
“La salud no puede ser más el argumento para justificar la gordofobia. Es cierto que la obesidad puede tener consecuencias no deseadas en la salud de una persona, pero ¿por qué no acusamos a los que promueven hábitos poco saludables, como consumir alcohol, o a los que promueven las bebidas azucaradas, la comida chatarra o a los que incluyen excipientes en los productos ultraprocesados, o a la falta de políticas públicas en torno a estos temas? Es más fácil culpabilizar a la víctima” explica la profesional.
No somos nuestra forma física
Otra consecuencia de este prejuicio es que se asimila el aspecto físico de una persona con rasgos de su personalidad, conducta o estilo de vida. “Es muy grave pensar que la forma del cuerpo delate si una persona es bella, sana, feliz, si tiene una sexualidad plena, si puede o no trabajar, o si gusta o no de esforzarse,” dice la enfermera Ángela Ruiz. Así, una mirada prejuiciosa o gordofóbica atribuye a las personas gordas características como la inactividad o la improductividad, el no estar sano, la falta de movimiento o una actitud descuidada hacia sí misma; así como también la simpatía, la afabilidad y la hipersexualidad. El no aproximarse al modelo de cuerpo flaco, entrenado, joven y deseable también denota una supuesta inferioridad social y económica.
La gordofobia promueve trastornos de salud como la depresión, la anorexia o la bulimia, reproduce estereotipos de género relacionados con la cosificación de las mujeres, la reducción de los cuerpos a objetos de valoración y consumo, y vulnera derechos de las personas.
¿Cómo puedes cambiar?
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Asume con consciencia que las personas tenemos un valor más allá de nuestro aspecto físico.
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No reduzcas las personas a una parte de su cuerpo.
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Respeta las diferencias y la pluralidad de los cuerpos.
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Erradica la idea de una meta, estética o física, a la que todos debemos aspirar.
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Promueve la inclusión de las personas gordas en la publicidad, espacios de difusión y medios de comunicación.
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Evita ser “policía de los cuerpos” dentro del hogar o con tus grupos sociales.
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No reproduzcas estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición, ausencia de voluntad o enfermedad, o la delgadez con la buena salud.
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Asegura una relación respetuosa con tu cuerpo.
Fecha de publicación 24/07/2021
Última modificación 28/07/2021