¿Por qué nos damos tan duro a nosotros mismos? LA AUTOCOMPASIÓN, EL NUEVO AUTOCUIDADO
Pema Chödron, monja budista
La pandemia cambió muchos aspectos de nuestra vida; en especial modificó las rutinas: muchos no lograron ordenar sus actividades, olvidaron sus tareas, bajaron su ánimo, redujeron la productividad, dejaron de hacer ejercicio, cambiaron su alimentación, retomaron viejos hábitos, subieron o bajaron de peso, dejaron la lectura, consumieron más licor del moderado, tomaron decisiones no apropiadas en sus empresas o sintieron no ser valientes con sus familias o en sus negocios.
Muchos podemos ser capaces de entender cuando estas situaciones les pasan a otros y ser amables con ellos. ¿Pero qué sucede cuando nos pasa a nosotros? Solemos juzgarnos de manera muy severa, ser exigentes con nuestras propias acciones y hasta autodestructivos. ¿Por qué nos damos tan duro cuando las cosas no nos salen como esperamos?
La sensación de que ciertas cosas “no deberían” estar sucediendo nos hace sentir tan avergonzados como aislados. Lo peor es que muchas personas piensan que cuanto más se critiquen, mejor van a poder ser. ¿Es esto verdadero?
La trampa de la autocrítica
La autocrítica puede resultar dañina para nuestra capacidad de dar lo mejor de nosotros. Al castigarnos constantemente empezamos a perder la fe en nosotros mismos, lo que significa que no seremos capaces de llegar tan lejos como podríamos.
Los psicólogos indican que, mejor que la autocrítica, es la autocompasión y ya hay investigaciones que demuestran que relacionarnos con nosotros mismos de manera amable y cordial es esencial para nuestro bienestar emocional y físico.
La autocompasión es un motivador más eficaz que la autocrítica, porque su motor es el amor, no el miedo, dice el psicólogo clínico Luis Eduardo Peña, asociado a Coomeva en la Regional Cali. “La autocompasión nos ayuda a sortear las consecuencias de una dura autocrítica —depresión, ansiedad, y estrés— y promueve un enfoque de vida más feliz y esperanzador”.
Las personas autocompasivas tienden a experimentar menos emociones negativas como miedo, irritabilidad, hostilidad o angustia. Eso no significa que no vivan esas emociones, pero no son tan frecuentes, duraderas o persistentes.
Mitos de la autocompasión
Contrario a lo que se cree, la autocompasión es un antídoto para la lástima hacia uno mismo y para la tendencia a quejarnos sobre nuestra mala suerte. No es que la autocompasión nos merme la capacidad de evaluar las situaciones, sino que nos predispone a aceptar, experimentar y reconocer sentimientos de dificultad con amabilidad, lo que a su vez, nos ayuda a procesarlos y dejarlos ir más plenamente.
Por esto, las personas autocompasivas son menos propensas a pensamientos de lástima por sí mismos y acerca de cuán mal están las cosas. Esa es una de las razones por las que la gente autocompasiva tiene mejor salud mental.
Autocompasión no es debilidad ni autoindulgencia
Para algunos la autocompasión puede ser asimilada con debilidad o con volverse “autoindulgente” y no reconocer cuándo se está al frente de una situación que se deba afrontar de una manera más disciplinada o exigente.
En vez de ser una debilidad, el psicólogo Luis Eduardo Peña señala que la autocompasión es una de las más poderosas fuentes de afrontamiento y resiliencia. Quizás el bloqueo más grande para practicar la autocompasión es la creencia de que minará nuestra motivación para esforzarnos a hacerlo mejor, lo cual es errado.
¿Autoestima o autocompasión?
A pesar de que ambas están vinculadas al bienestar psicológico, la autoestima es una evaluación positiva del valor propio, mientras que la autocompasión no es un juicio o una valoración. La autocompasión es la forma de relacionarnos con el paisaje siempre cambiante que somos, con amabilidad y aceptación, especialmente cuando fracasamos o nos sentimos inadecuados. En otras palabras, la autoestima requiere sentirse mejor que otros, mientras que la autocompasión requiere el reconocimiento de que nosotros compartimos la condición humana de la imperfección.
La autoestima es también de por sí, frágil, rebotando arriba y abajo según nuestro último éxito o fracaso. La autoestima es un amigo en las buenas, mientras que la autocompasión está siempre allí como apoyo, mostrándonos que podemos ser amables con nosotros mismos, sobre todo porque algo duele.
Cuando nos ocupamos de nosotros mismos con ternura, en respuesta al sufrimiento, nuestro corazón se abre y se activan la sabiduría, la valentía y la generosidad. Ser amables con nosotros mismos, no es un lujo egoísta, sino el ejercicio de un regalo que nos hace más felices.
______________________
Escrito por: Jenny Andrea Vélez, comunicadora social, Magíster en Salud Pública
Fecha de publicación 08/10/2021
Última modificación 11/10/2021