¿Qué tienen que ver tus emociones con la comida?
El estado de ánimo, la culpa y otras, influyen en nuestra relación con los alimentos. La clave está en gestionar nuestras emociones, para estar en paz con la comida y con nuestro cuerpo.
Esto quiere decir que el estado de ánimo y la inadecuada gestión de nuestras emociones influye, mucho más en el peso corporal, que lo que comemos, y constituyen la verdadera razón para el fracaso de muchas dietas. Así, cuando la comida se convierte en la única herramienta de gestión emocional, lejos de ayudar a resolver el problema, genera otro adicional.
Estas dificultades se pueden resolver de forma integral, trabajando los aspectos psicológicos de una persona y no solo los de la dieta. De esta manera, se puede llegar a diferenciar las causas que llevan a una persona a comer de determinada manera, conocer el impacto del estrés en lo que come y distinguir los factores psicológicos que podrían derivar en desajustes alimentarios.
No es lo que come, sino lo que siente
La enfermera de la Universidad de Caldas, especialista en Psiconutrición y asociada a Coomeva, Ángela María Ruiz Osorio, dice que lo que más afecta el tamaño corporal de una persona no es lo que come, sino lo que piensa o siente sobre lo que come, y que le genera el llamado “estrés existencial"
Sin embargo, también afirma que hay manera de hacerles frente y no ignorar las emociones que generan este estrés, identificándolo y gestionándolo, para que comer sea un proceso placentero, consciente y de beneficio físico, mental y emocional.
“El estrés existencial tiene que ver con la imposición personal familiar o social, inconsciente, de vivir desde el ´tengo que´ o desde el ´deber ser´. Esto es una carga muy pesada. Así que muchas veces el peso corporal es consecuencia de cargas que no tienen que ver con la comida, sino más bien con pesos emocionales, como la imposición de creer que hay que hacerlo todo bien o tener ciertas posesiones para ser aceptado”, dice la especialista.
Incluso, algunos estudios han demostrado que inhibir emociones “desagradables”, como estrategia de distracción o evitación, precede y mantiene conductas disfuncionales en relación con la comida.
Darle a la comida su lugar
El único lugar que le corresponde a la comida es ser una herramienta para que la vida sea placentera y armoniosa. Debemos dejar de darle poderes emocionales y mentales que la comida no tiene. “La idea es que dejemos de concentrar nuestros juicios en la comida y de etiquetarla, poniéndole valor moral”.
Sin embargo, es necesario entender que alimentarse, nutrirse y comer son procesos diferentes y que son inseparables de nuestros procesos mentales y de las atribuciones emocionales que les otorgamos. El propósito en suma es gestionar nuestras emociones, no alimentarlas.
Fecha de publicación 24/07/2021
Última modificación 28/07/2021